martes, 2 de agosto de 2011

EN LA CULTURA: Arquitectura y poesía





Todo arte es como dejar acontecer el advenimiento de la verdad del ente en cuanto tal, y por lo mismo es en esencia Poesía. La esencia, en la que especialmente descansan la obra de arte y el artista, es el ponerse en operación la verdad.
M. Heidegger
Por tradición, y quizá en mucho influenciados por la cultura del espectáculo que, según Guy Debord, consumimos principalmente con el sentido de la vista, los arquitectos privilegiamos a la imagen visual sobre otras ya que, ciertamente, nos sugiere mil palabras; sin embargo, la palabra en sí misma, sobre todo aquella palabra poética que hace referencia a los espacios que habita el ser humano, es capaz de evocar y aún de habitar imaginariamente, un sinfín de imágenes; y no únicamente las visuales, sino también, y quizá principalmente, otras que nos otorgan confirman y enriquecen nuestro imaginario de pertenencia e identidad. Cualquiera de los poemas en las compilaciones que presentamos aquí enciende una luz diferente en el conocimiento y comprensión de lo cualitativo en los espacios que habitamos los seres humanos y por ende de las pautas esenciale s de diseño de esos espacios.
En otra idea, una sinfonía, que bien podría sugerirse desde su partitura, una pintura en su fotografía y la misma arquitectura en su representación gráfica o descripción técnica, nada de todo esto nos acerca tanto a la propia realidad de la obra de arte como la imagen poética. Esta, nos dice Gastón Bachelard, "posee un ser propio, procede de una ontología directa". En efecto, la Poesía, o palabra erguida, como la define Octavio Paz, conlleva una comprensión más completa de la propia realidad de la obra de arte.



En un par de ejemplos de lo anterior sugerimos leer el hermoso poema de Pablo Neruda, A la Sebastiana de plenos poderes (1962), en el que se nos regala un espléndido ramillete de imágenes y momentos que acontecen durante el proceso constructivo de una de las casas que él poeta mismo edificó. Otro poema, "Mañana errabunda" , muestra cómo el jalisciense Francisco González León hace presentes invaluables imágenes de la pertenencia e identidad comunitaria.
Aunado a lo anterior y, más allá de "leer" a la arquitectura en las palabras de los poetas, Martin Heidegger nos dice que "todo arte es en esencia poesía" y Octavio Paz afirma que "las diferencias entre el idioma hablado o escrito y los otros -plásticos, musicales o arquitectónicos- son muy profundas, pero no tanto que nos hagan olvidar que todos son, esencialmente, lenguajes: sistemas expresivos dotados de poder significativo y comunicativo. Es más fácil traducir los poemas aztecas a sus equivalentes arquitectónicos y escultóricos que a la lengua español. (...) el lenguaje de Primero Sueño de Sor Juana Inés de la Cruz, no es muy distinto al del Sagrario Metropolitano de la Ciudad de México. Así, las palabras del poeta son o serán, las voces vivas de su comunidad."
Así, es posible considerar que cada proyecto arquitectónico sea equivalente a escribir un poema, que va madurando, poco a poco, y que en ello nos demanda y nos devuelve el oficio de arquitectos. Si un poema es "palabra erguida", es decir, palabra tocada por la Poesía, una obra de arquitectura debe ser construcción también tocada por la Poesía.
En la aventura de confirmar estas hipótesis, los poetas nos plantean un marco teórico infinito, pero, es indispensable también considerar que... "los poemas no son [afortunadamente] productos susceptibles de intercambio mercantil; el esfuerzo que se gasta en su creación no puede reducirse al valor actual del trabajo. De ahí que el oficio de poeta, -arq uitecto, escultor o músico- demande la entrega a lo que él llama la "otredad", que no es mercancía o utilitariamente cuantificable, pero que sin ella, la obra no es arte".
Desarrollar el proyecto "Arquitectura en la Poesía" es una fascinante aventura académica que abre nuevos y viejos caminos de liberación para la Arquitectura. El hallazgo, lectura y relectura de cada verso es una sorprendente fusión con la pluma del poeta y sobre todo con mucho de lo esencial y correspondiente en la arquitectura.
El trabajo concreto de esta compilación comenzó hacia 1998 (como uno de los proyectos de investigación experimental de la tesis doctoral: Arquitectura y Humanidades), el impulsor inicial fue considerar a las Humanidades como fuente esencial en la formación del arquitecto y a la Poesía como un crisol del saber humano. Se invitó a colaborar, en el marco de la gratuidad académica, a compilar de manera empírica poemas que hacen referencia a la arquitectura. Todos los colaboradores en este proyecto, los poetas mismos, y quizá principalmente la curiosidad de nuestros lectores, hacen posible el compartir a la comunidad de arquitectos esta colección de imágenes poéticas de los espacios que habita, ensueña y anhela todo ser humano. El objetivo central y esencial de este proyecto académico, nunca acabado, es reencontrar nuevas pautas para el diseño arquitectónico y con ello reinstaurar una esencial razón de ser arquitectos: habitar poéticamente la Tierra, en primera persona del plural.

Dra. en Arq. María Elena Hernández Álvarez


POEMA A “LA SEBASTIANA”
AUTOR: PABLO NERUDA

Yo construí la casa.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la bandera
y la dejé colgada
del firmamento, de la estrella, de
la claridad y de la oscuridad.
Cemento, hierro, vidrio,
eran la fábula,
valían más que el trigo y como el oro,
había que buscar y que vender,
y así llegó un camión:
bajaron sacos
y más sacos,
la torre se agarró a la tierra dura
-pero, no basta, dijo el constructor,
falta cemento, vidrio, fierro, puertas-,
y no dormí en la noche.
Pero crecía,
crecían las ventanas
y con poco,
con pegarle al papel y trabajar
y arremeterle con rodilla y hombro
iba a crecer hasta llegar a ser,
hasta poder mirar por la ventana,
y parecía que con tanto saco
pudiera tener techo y subiría
y se agarrara, al fin, de la bandera
que aún colgaba del cielo sus colores.
Me dediqué a las puertas más baratas,
a las que habían muerto
y habían sido echadas de sus casas,
puertas sin muro, rotas,
amontonadas en demoliciones,
puertas ya sin memoria,
sin recuerdo de llave,
y yo dije: "Venid
a mí, puertas perdidas:
os daré casa y muro
y mano que golpea,
oscilaréis de nuevo abriendo el alma,
custodiaréis el sueño de Matilde
con vuestras alas que volaron tanto."
Entonces la pintura
llegó también lamiendo las paredes,
las vistió de celeste y de rosado
para que se pusieran a bailar.
Así la torre baila,
cantan las escaleras y las puertas,
sube la casa hasta tocar el mástil,
pero falta dinero:
faltan clavos,
faltan aldabas, cerraduras, mármol.
Sin embargo, la casa
sigue subiendo
y algo pasa, un latido
circula en sus arterias:
es tal vez un serrucho que navega
como un pez en el agua de los sueños
o un martillo que pica
como alevoso cóndor carpintero
las tablas del pinar que pisaremos.
Algo pasa y la vida continúa.
La casa crece y habla,
se sostiene en sus pies,
tiene ropa colgada en un andamio,
y como por el mar la primavera
nadando como náyade marina
besa la arena de Valparaíso,
ya no pensemos más: ésta es la casa:
ya todo lo que falta será azul,
lo que ya necesita es florecer.
Y eso es trabajo de la primavera.
Autor: Pablo Neruda

No hay comentarios:

Publicar un comentario